Wednesday, May 03, 2006

validamos cualquier comportamiento

Escribieron:
Por favor validar mi comportamiento, gracias


6:30 AM del “reloj inglés” y siento el llamado de ellas
(hojuélas), de él, mi preciado
y querido plato de cereales (Fitness es la marca que escogí para cuidar mi
línea esbelta y saludable). Mis ojos se ven imposibilitados de permanecer en
la posición en que se encontraban durante las horas anteriores al ya
mencionado llamado. ¿Será ansiedad, será pasión, locura o simplemente una
manifestación de mi hiperdisciplina que se manifiesta inconcientemente
haciéndome quedar y sentir como una loca guatona buena pal cereal? Tengo mis
dudas al respecto, me parece curioso no poder prescindir de ellos y siempre
necesitarlos a la misma hora y cada uno de los días que conforman mi semana
y la tuya. Me encantaría que Tú, Desorden, dieras tu opinión al respecto
siendo lo más sincero posible. Lo único que te pediría, es que si me quieres
recomendar asesoría psiquiátrica lo hagas personal y confidencialmente. No
quiero estar en boca de gente común, normal y por que no, sana, que no
entiende a personas como nosotros, genios ansiosos, atormentados por cosas
tan pequeñas como un plato de cereales debido a nuestra sensibilidad fina y
aguda que nos posibilita despertarnos, desesperarnos y por que no
angustiarnos por un delicioso bocadillo matutino.
Esperando con la misma ansiedad que mañana a las 6:30 mi cuerpo ascenderá de
la cama para dirigirse a la cocina, me despido con mucho alivio,

Srta. Hojuela

( léase y quiérase al cereal como un amigo incondicional)

se dijo al respecto:
Señorita:

Si bien su conducta, a primera vista, merece reparo alguno, algún semi-agudo observador podrá advertir que su extraña adicción a hojuelas dietéticas permite vaticinar un futuro no muy alegre. Este observador, un auténtico El Desorden wannabe, anticipará que si su comportamiento actual ya presenta evidencias obsesivas-compulsivas tan marcadas, nada le impide en el día de mañana estrellar su van Chrysler contra otro conductor, golpear histéricamente a sus hijos, o, atentar contra la integridad de su cuero cabelludo. El Desorden, siempre premunido de una visión prístina de la realidad social, fija su atención no en lo evidente, sino más bien en lo otro, y en todo su contrario.

Quien hace del cereal fitness su hojuela favorita es preso irremediable de dos fuerzas sociales aparentemente antagónicas. Por una parte, como declara la srta. Hojuelas, las presiones que posa sobre ella nuestra sociedad no pasan inadvertidas, debe mantener su línea esbelta, no puede engullir cualquier hojuela, sino aquella que se aviene con la prescripción masculina mayoritaria. Por la otra, su voracidad incontenible (recuerde querido lector, que ella, mal que mal, es otra hija de Eva), la escupe cada día de la cama, necesitada de triturar algo entre sus mandíbulas. Perdida entre estas dos fuerzas, cuál náufrago abatido por feroz oleaje, esto no puede llevar a la srta. Hojuelas sino a buscar regularidades allí donde otros sólo ven el tedio: en la rutina y en su disciplina protestante. Se aferra a ella como creyente a su cruz, y el Desorden le recomienda ser igual de testarudo que estos últimos al momento de que alguien intente hacerla entrar en razón.

La finura de su sensibilidad la hace víctima de presiones que otros no advierten, y por lo mismo, no comparten. De parte de aquellos que hacemos nuestras sus aprehensiones, le agradecemos su preocupación y validamos, en todo y en parte, su nutritivo comportamiento.

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